viernes, 15 de julio de 2016

La vida poética como estado de bienestar

Las personas desean ser felices. Popularmente se entiende que la felicidad consiste en la vivencia de un estado de sensaciones placenteras y ausencia de dolor. Basados en esta consigna el ser humano ha tratado de lograr la felicidad evitando aquello que produce sufrimiento y conservando lo que da placer.

Según Edgar Morin este enfoque es insuficiente. Para demostrarlo toma de la perspectiva del pensamiento complejo el principio dialógico, el cual propone que: nada se puede pensar sin su contrario complementario, en este caso la felicidad sin su opuesto la infelicidad. Desde este principio se puede observar como la búsqueda de la felicidad (entendida como se explicó al principio) nos lleva a una paradoja en nuestra cultura: La búsqueda constante de la felicidad a conducido a una sociedad infeliz y desvitalizada. Prueba de ello es el consumo cada vez más alto de antidepresivos y psicotrópicos para alejarse del sufrimiento y conservar un estado de ánimo placentero.

Para Morin el problema está mal enfocado porque en realidad lo que causa felicidad depende de innumerables condiciones que no dependen de la persona. Este problema estaría subordinado a una cuestión más amplia: "El problema de la poesía de la vida". El autor francés señala que la poesía va más allá de una variedad de la literatura, es un modo de vida, una actitud que se enfoca en la pasión, participación, compromiso, exaltación, la búsqueda de una perspectiva diferente de vida, etc.

La poesía es lo que permite transfigurar la vida prosaica, la vida hecha de tareas prácticas utilitarias y técnicas (conseguir alimentos, seguridad, refugio, etc.) Es la vida que nos permite sobrevivir pero, en general, no nos interesa y realizamos las actividades que se despliegan en ese ámbito por obligación.

Ambas constituyen polaridades una necesarias para la otra, si no hubiera prosa no habría poesía, el estado poético se manifiesta en relación al estado prosaico, de actividades concretas y de sobre-vivencia. Sin embargo el problema es que la mayoría de los individuos en la actualidad se dedican a sobrevivir, las actividades prosaicas han devorado a las poéticas. El efecto ha sido la perdida del goce y disfrute de la vida.

Entonces la propuesta de Morin consiste en favorecer los elementos que permiten la vida poética, esto se logra buscando y promoviendo aquellas actividades que nos hacen florecer, amar y comunicarnos. Es lo que nos da los verdaderos momentos de éxtasis, alegría y felicidad. Hay que tratar de actuar de modo que el estado poético sea desplegado desde el estado prosaico volviendo a él y transformándolo. Hay que tratar de vivir, no sólo sobrevivir llevando poesía a las actividades cotidianas.

Lic. Psic. Fernanda López Romano

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